Antecedente

El primer intento serio por afrontar el estudio de las Albarradas, como un sistema para la gestión del agua de lluvia, se remonta al año de 1964 con la llegada al Ecuador de una Misión de la Universidad de Columbia (EEUU). Este equipo de investigadores, dirigido por el arqueólogo y profesor Edward P. Lanning, se planteó el objetivo de realizar una prospección arqueológica de la Península de Santa Elena (PSE). 
Uno de los miembros de aquella misión Eugene J. McDougle, centró sus investigaciones en el estudio de los usos del agua de las albarradas en relación con las variaciones climáticas registradas en la PSE, identificando 256 albarradas en las zonas de San Lorenzo, La Libertad, Milina y Muey. Entre ellas se destacan las albarradas de la última localidad por haberse encontrado indicios en muchas de ellas de haberse construido en épocas prehispánicas.

Hasta este momento las Albarradas habían sido caracterizadas como simples sistemas de captación y almacenamiento de agua de lluvia en superficie.Varios años después, el arqueólogo Jorge G. Marcos,  propone comprender las albarradas como parte de un sistema más complejo, el cual al estar asociado a la recarga de acuíferos, permite el almacenamiento del agua de lluvia en las areniscas permeables de la formación Tablazo.
Para Jorge G. Marcos, el desarrollo tecnológico que da lugar a las Albarradas, junto a la aparición de otros sistemas para el manejo del recurso agua, es uno de los resultados de la "Revolución Neolítica" que permitieron la intensificación de la agricultura en la etapa Valdivia. Se trataría pues, de un mismo sistema de conocimientos destinado a la gestión del agua, tanto en exceso (camellones) como en escasez (albarradas). En este sentido las Albarradas, como adaptación tecnológica a las condiciones ambientales dominantes en la PSE, junto a la estrategia de explotación de variados nichos ecológicos productivos, crearon las condiciones para el asentamiento humano permanente en la región.

Estos antecedentes, así como la constatación de que los sistemas de Albarradas, se mantienen actualmente funcionando, motivaron la propuesta realizada por Jorge G. Marcos de poner en marcha un proyecto de investigación en el que el análisis ambiental sea entendido dentro de un proceso histórico asociado con el desarrollo social de la región.
Esto implicó la necesidad de incorporar varios componentes de investigación, a saber: el arqueológico, el antropológico, botánico, paleobotánico y geológico.